Era 24 de diciembre de 2010. Suele suceder, cada año que paso la Navidad en Sevilla, que ese día tomamos unas tapitas por el Centro, justo por la zona próxima al Arenal y la Carretería.
Después y para concluir, café o chocolate con pasteles en el Horno y vuelta a casa. La Avenida ofrece, a esa hora de transición hacia la tarde/noche, un panorama tranquilo. Sosiego en el deambular de la gente, poca gente que vuelve a sus lugares de procedencia.
El tranvía «runrunéa», a compás de campana que avisa a los viandantes, sonido que va mezclandose con el salterio a la altura de El Sagrario. Un poco más lejano, el borboteo de los chorros de la fuente en el coqueto jardín que juega al corro con los cuatro leones que enmarcan la placita.
La leve brisa nos acerca el agradable sonido blues, guitarrra, voz, armónica y dos pequeñas figuras de Bart y Maggi Simpson a sus pies ; es el Little Boy Quique («Pequeño muchacho Quique», es un guiño a su reducido tamaño), oriundo del Guadalssissippi (Guadalquivir+Misisippi) que delante de la fachada de Correos nos envuelve, ahora sí, con todo el swing de su música melancólica.
A todos, Feliz Navidad.
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